En otoño, Las Alpujarras de Granada se visten de un manto dorado donde los pueblos blancos, con sus chimeneas humeantes y antiguos tinaos, parecen suspendidos entre cumbres nevadas, profundos barrancos y laderas que arden en tonos amarillos, ocres y rojos. El murmullo de las acequias históricas acompaña senderos que llevan a cascadas escondidas, mientras castaños, choperas y cerezos silvestres despliegan su máximo esplendor. Desde el corazón de Capileira, balcón natural de la sierra, se recorren caminos que entrelazan historia y paisaje, descubriendo rincones que respiran calma y autenticidad. Aquí, cada piedra, cada aroma y cada horizonte narran la esencia pura de la Sierra Nevada, un lugar donde la naturaleza y el tiempo parecen detenerse para regalar instantes inolvidables.
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