Un país casi inabarcable, tan grande como Polonia, Alemania y Francia juntas.
Un caleidoscopio de razas, una infinita gama de paisajes y un denominador común: la sonrisa. Ni las hambrunas, ni la miseria, ni el pasado régimen comunista sangriento de Mengistu ha podido acabar con el mayor activo de los etíopes: la sonrisa. Que se traduce en amabilidad con el viajero, en buenas formas y en educación. Es increíble como un país con tantas necesidades puede generar personas con sonrisas ante la casi siempre adversidad. Una lección para todos nosotros, demasiado quejicas, demasiadas veces. Disfruten con estas sonrisas al final de esta tarde lluviosa.
© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.
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