Hace unas horas acabo de regresar del Rif, esas montañas unidas a mi vida y a nuestra historia. Pasaba por la aldea de Talanfrouk, de la pequeña mezquita zawiya rural un paisano salió a ofrecernos té. ¡Qué lejos de ese islamismo envenenado, qué lejos de lo que piensan muchos sobre lo que pasa en estas tierras!, pensé.