Hace diez años recorrí Venezuela a ras de tierra, en transportes públicos y en taxis, descubriendo maravillosos paisajes, pequeños pueblos y ciudades donde tu vida no vale nada.
“A decir verdad y pensándolo bien, su destino no era en realidad la Guayana venezolana, su auténtico destino era el país de las fantasías y de los sueños: ese lejano en concreto país al que todo ser humano aspira a llegar algún día.”