La noche ha sido muy fría. Los primeros rayos de sol hacen resplandecer los glaciares colgantes a más de cinco mil metros de altura.
Mientras apuro los últimos sorbos de un café bien caliente me embeleso con las tonalidades lapislázuli del lago Kuli Kalon, una gema verde en medio de un paisaje convulsionado por las morrenas. Es una de las características de las montañas Fann, los numerosos lagos que pueblan sus altos valles glaciares. El color de las algas y sus fondos de arena fina propician que los lagos reflejen tonalidades verdosas, auténticas joyas escondidas en estas lejanas montañas. La cordillera Fann es “definitivamente salvaje”, anoto en mi diario. El primer lugar por el Oeste donde las mesetas de Asia Central dejan de serlo y se levantan, convulsas, miles de metros hacia el cielo. Después de esta cordillera y hacia el Este las montañas ya no cesarán, vendrá el Pamir, el Hindú Kush, el Karakórum y el Himalaya, estamos en el inicio de uno de los grandes ejes montañosos de la Tierra.
Después de una larga jornada de trekking nos arrebujamos en la tienda “cocina”, allí nos calentamos escuchando el ronroneo de la estufa, junto al cocinero, los muleros y nuestro Guía, el joven Imomov. Al poco y por sorpresa, Imomov nos ofrece una botella de vino de Tayikistán. Imomov es un joven de apenas 26 años, está casado y tiene un niño pequeño. Se declara musulmán, lee el Corán en sus ratos libres, no bebe alcohol y podría decir que es de esa nueva generación de jóvenes tayikos que están girando al Islam, crecidos tras el derrumbe de la URSS. Assad, el cocinero, de rostro amable, si toma un poco de alcohol. Un 80% de los habitantes de Tayikistán se declaran musulmanes. Mientras, en esta noche fría y al calor de la tienda, saboreo lentamente el vino. Es dulzón y parecido a nuestro moscatel y proviene de los viñedos del valle de Pheknikent, cerca de Uzbekistán. Al poco, le pregunto al joven Imomov: –¿los musulmanes tayikos toman un poco de alcohol? –No señor –me dice Imomov–, no toman un poco, toman mucho alcohol, vino, cerveza y vodka. A veces, no lo toman el día de viernes, nuestro día sagrado. Me sirvo un nuevo trago y pienso…, qué pasará aquí, en este complejo nudo de la Tierra dentro de unos años.
© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.
Montañas Fann (Tayikistán), septiembre de 2016.
Jerez, noviembre de 2016.
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