Acabábamos de bajar del Djebel Ghat, una montaña de 3.800 metros, blanca de la nieve de primavera y bajo un cielo azul atlante.
Habíamos cruzado los Andes en un autobús de locura, en donde sientes realmente que te la puedes pegar en cada curva y donde la vida vale muy poco….
Me encontraba a gusto esta mañana, el aguacero de anoche había asentado el polvo reinante de la tarde anterior, cuando estuvimos visitando los templos milenarios de Lalibela, entre moscas y calor.
Quijarro es la “no man land”, “the absolut the end”, como dirían algunos británicos, para señalar irónicamente, “el final de todo”.