Hacía unos días que desde Tayikistán habíamos atravesado los altos pasos por encima de cuatro mil metros, lo que nos permitió superar la cadena de montañas del Pamir para llegar a Osh, en Kirguizistán. Entre las altas praderas y las estepas vacías vi cómo se alzaban relucientes los glaciares del pico Lenin y del Pico Comunismo, de más de siete mil metros.
Ahora avanzamos rodeando el gran lago Son Kul, en compañía de nuestro guía Alesandre Arseniev, un ruso que, como tantos otros nacieron, vivieron y viven aquí a pesar de la caída del “Imperio”. Aquélla tarde Alexandre nos llevó al Guest House de Tamga, escala obligada en nuestro viaje a Tien Shan, las “montañas celestiales”. Un alojamiento muy agradable, limpio y con un pequeño jardín, un verdadero oasis en la zona. Tras un buen té, Alexandre nos presentó a la familia que lo regentaba, una pareja de veteranos alpinistas. Hermosas fotografías en blanco y negro colgaban de las paredes junto con otros objetos que hablaban de una rica historia. Al saber de mi interés y emoción, Damishkina Lurva se deshizo en atenciones explicándome sobre su fabuloso álbum de fotos, tomadas por ella misma, sus años de correrías y ascensiones por estas montañas. Los “fríos pastos esteparios”, como se conoce al Pamir en la lengua local, fue un espacio remoto y un punto en blanco en los mapas hasta casi el final del siglo XIX. En 1928, la Academia Rusa de las Ciencias organizó una expedición de reconocimiento, ascendiendo algunas montañas, entre ellas la que bautizaron con el nombre de Pico Lenin, de 7.134 m. , reconociendo la máxima altura en el Pico Garmo, llamado después Stalin y más tarde Comunismo, de 7.482 m. A partir de los años treinta del siglo pasado, los soviéticos se lanzan a la exploración de la cordillera y en 1943, cinco meses después de la batalla de Stalingrado, parte desde Moscú una expedición topográfica. Hasta 1955 se suceden las expediciones de reconocimiento y a partir de esa fecha se desarrolla al máximo el alpinismo en la Unión Soviética, llegando a tener la “Federatsia Alpinizme” más de dos millones de afiliados a finales de los años setenta. Damishkina nos mostró también un banderín de su participación en la primera expedición soviética al Everest y accedió a escribirme una dedicatoria en mi cuaderno de viaje para después fotografiarse junto con su marido Alexis y nosotros. Hacía unos años que al Pico Comunismo le volvieron a cambiar de nombre. Ahora se llama Ismail Somoni, un Emir que abrazó el Islam hace más de mil años y que en Kirguizstán como en otras vecinas Repúlicas ex soviéticas, tuvieron que buscar apresuradamente como nuevo héroe de la nueva realidad. Al día siguiente nos despedimos de Dameshkina, entonces noté cierto halo de melancolía en su rostro, añorando aquéllos tiempos, quizás no sólo porque en esos años quedó atrapada su juventud, sino porque aquéllos años heroicos del Alpinismo soviético pasaron y se derrumbaron sin remedio, como se derrumbó su “Imperio”.
Texto y fotos © Faustino Rodríguez Quintanilla.
Kirguizistán, Octubre 2016.
Jerez, Agosto, 2019.
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