El zoco olvidado

Habíamos hecho escala en Kayseri, importante e histórica ciudad de Anatolia, cruce de caminos y de antiguas caravanas en las rutas de oriente. Como muchas ciudades turcas, el desarrollo mal entendido ha aniquilado casi todos los restos de antigüedad.

El plástico, el aluminio, los colores más chillones campean por doquier, el urbanismo apenas se conoce y los carteles publicitarios más agresivos se cuelgan sin orden en casi todos los edificios. Kemal Atatürk, el caudillo nacionalista “padre” de la Turquía moderna quiso construir una “nueva” nación. Esa Turquía rompió con su pasado y ahora no es ni una cosa ni la otra. Reina el desorden y el mal gusto y no es difícil ver a un reluciente concesionario de vehículos al lado de un chamizo donde venden sandías o una tienda de electrónica junto a una vieja casa de té. Todavía y afortunadamente, aquí en Kayseri encontramos algunos edificios interesantes, varias mezquitas, algunos antiguos han –almacenes y caravansarays– convertidos en zocos. Teníamos algo de tiempo antes de tomar el tren hacia Erzurum y nos dispusimos a dar una vuelta.

Encontramos un lugar agradable en una pequeña plaza en donde unos paisanos charlan tranquilamente a la sombra de unos grandes plátanos de india y justo al lado un han. Entre sus viejas paredes encuentro de pronto esa magia que a veces y sin pretenderla aparece en los viajes. Entre los muros gastados y entre las arcadas de este centenario edificio algunos tenderos y artesanos se afanan en sus tradicionales tareas, algunas alfombras cuelgan de las paredes y varios fardos de lana esperan a que algunas manos les den forma como hace cientos de años. Aquí, en el medio de una ciudad que ha renunciado a su pasado sin construir adecuadamente el presente y, por unos minutos, uno siente esa cadencia del tiempo, esa paz y tranquilidad que sólo nos da el encuentro con la historia. Un jovenzuelo “chico del té” me invita a conocer su minúscula tienda, quiere que le haga una foto para la que posa gustoso y sonriente. Mientras, la realidad nos devuelve al presente y suenan timbres a través de un circuito cerrado, inequívocas señales de los tenderos que demandan su tradicional bebida.

© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.
Kayseri (Este de Turquía), septiembre de 2006.

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