No hay bolsas de plástico en el mercado de Key Afer

No hay bolsas de plástico en el mercado de Key Afer

Llevábamos varios días de viaje dando botes en un 4x4, nuestro destino era la extensa región de Omo Sur, en la Etiopía profunda.

Era jueves, el día del mercado local en Key Afer y unos cuantos kilómetros antes de llegar le pedí al chófer que nos bajara. El chófer, un etíope de ojos saltones, no entendía bien porque queríamos proseguir andando. Por fin, podíamos estirar las piernas y convenimos con el conductor que nos esperara en el mercado. Mi compañero Paco y yo, que llevábamos días, encogidos en el 4x4 le agradecimos profundamente al conductor su "incomprensión". Vamos disfrutando de un bellísimo paisaje, mezcla de sabana en transición hacia el mundo tropical. Hacer calor y la floresta expide suaves olores dulzones mientras algunos pajarillos de vivos colores revolotean entre las grandes ramas de un gran ficus índico. 

Salimos al paso de gentes que van al mercado, llevan alguna vaca, burros y sobre todo cabras, cruzan con nosotros sus miradas y nos sonríen. No parece que muchos blancos les hayan acompañado caminando al mercado semanal. Estos mercados que se turnan por algunos pueblos de la región, son una institución en la zona. La gente acude desde pequeñas aldeas y caseríos desperdigados a comerciar, comprar, vender, intercambiar… Pero el día de mercado no es sólo comercio. Es el momento para la relación social, para contarse las noticias de la semana, para toma un café, la cerveza local o la injera, la comida nacional etíope, departiendo con los amigos en la tasca del pueblo.

Una reunión de la gente más variopinta. En esta zona de Omo Sur hay más de 45 grupos étnico-linguísticos. Esto no es color local, la gente vive y comercia aquí como hace cientos de años. Apenas existen envoltorios de plástico y las mercancías; huevos, miel, mantequilla, verduras, yerbas olorosas… son llevadas en cuencos de calabaza, vasijas de barro, envueltas en hojas de banano o en antiguas latas de la cooperación norteamericana recicladas al efecto.

Me siento un rato en la tasca local, algunos hombres toman la cerveza artesanal en cuencos de barro y calabaza. Un profundo olor acre invade el recinto, tan sólo aligerado por el "humerío" de una parrilla cercana. Al poco, miro el reloj y me doy cuenta de que el tiempo ha pasado muy deprisa. Tengo que buscar al chófer y salgo del local con la cabeza llena de preguntas interiores. Soy consciente de ser testigo de un mundo que se va. En África se pasa de la tradición a la mísera chabola de un arrabal de la capital en pocos minutos. Estos pueblos pasan del tantán al móvil sin transición de ningún tipo. 

¿Cuánto tiempo le quedan a estos mercados antes de que los invada la basura china? Sólo me explico que continúen así por el profundo aislamiento que han mantenido hasta ahora. Pero no queda mucho tiempo, este es un mundo que agoniza. Entre tanto, encuentro a nuestro chofer tomando una cerveza Bedele. Mweke, me mira sonriente cuando le pido perdón por el retraso. —No te preocupes Faustino —me dice—, ya sé que todos los blancos tenéis un reloj, pero siempre os falta el tiempo.

© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.

Mercado de Key Afer, Omo Sur (Etiopía), octubre de 2014.

Jerez, agosto de 2016.

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