En Ramena casi nunca pasa nada. Un villorrio de pescadores con apenas cuatro casas situado al norte de Madagascar.
Aquél día como tantos, la tarde caía plácida y como siempre los niños chillaban y jugaban a la pelota antes de que se fueran las últimas luces del día. Sin duda era una imagen sublime. Por ello, en esta tarde de domingo lluvioso me he acordado de aquéllas horas. Hoy, en este momento, miles, quizás millones de personas se desgañitan en atestados y fríos estadios de fútbol de medio mundo, gritando malhumorados a sus equipos a los del contrario. Los niños de Ramena, a esta hora, seguirán jugando y chillando, dignificando un deporte que en occidente se fue al carajo desde hace tiempo.
Ramena, Madagascar, Octubre 2017.
Jerez, Enero 2018.
Texto y fotos © Faustino Rodríguez Quintanilla
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