Acabábamos de bajar del Djebel Ghat, una montaña de 3.800 metros, blanca de la nieve de primavera y bajo un cielo azul atlante.
Si acabas de bajar de las montañas Dashen y has estado diez días caminando entre montañas, valles perdidos y aldeas fuera del tiempo de seguro que te apetece una cerveza bien fría.
En aquélla ocasión, la aduana de la República Islámica de Pakistán nos requisó nuestras pocas botellas de vino y whiskie.