Un país casi inabarcable, tan grande como Polonia, Alemania y Francia juntas.
Recién llegado del periplo africano…, apenas me salen las palabras, los sentidos se han abarrotado.
Lalla Fatma, la enjuta, menuda, risueña y enérgica mamá de Ibrahim, me acaba de servir el desayuno; aceite de oliva, mantequilla, aceitunas negras y una humeante hogaza de pan recién sacada del horno de barro.
Ibrahim vive con su familia en la Kasbah de Tinsouline, en el valle del Draa, en el profundo sur de Marruecos. El río Draa nace en las montañas del Atlas y se dirige hacia el sur en un viaje suicida pues viene a morir en los arenales sedientos de la Hammada de Guir.