Atrás ha quedado el “Paso de Cortés”, las laderas del volcán Iztaccíhuatl, los bosques de La Malinche y los árboles gigantes de las laderas del Popocatplt, el “Popo”, para los mejicanos. Uno siente cierto escalofrío al recordar como aquéllos pocos españoles cargados con armaduras de hierro cruzaron por aquí y conquistaron un continente.
Llevamos ya varios días subiendo montañas y volcanes, aclimatándonos para escalar el “techo” de México, el volcán Pico de Orizaba, de 5.610 metros. En Ciudad Serdán, amable población bajo el volcán, vamos a contactar con el señor Guadalupe, alias “Lupillo”. Al poco, Lupillo nos está dando todo tipo de informes sobre la montaña y sobre la ascensión a la vez que sube por nosotros ese gusanillo que llamamos nerviosismo. Lupillo con “su tío” van a colaborar con nosotros, nos subirán en su viejo 4x4 hasta las inmediaciones del campo base, nos suministran tiendas, colchonetas, bidones de agua, hornillos…
Los grandes pinos de Moctezuma llegan hasta casi 4000 metros y nuestro campamento va a quedar instalado a 4.580 m. Llegamos a la caída de la tarde, una tarde sublime, el cielo estalla en colores mientras el sol se esconde en lontananza bajo oscuras nubes. Hace mucho frío, comemos algo, nos hidratamos y vamos al saco. A la una de la madrugada comenzamos a caminar. ¡Qué hago yo aquí!, es lo que me pregunto muchas veces mientras doy un paso detrás de otro. Uno se reconforta con algunas pocas cosas en estos momentos y sobre todo piensa, piensa mucho y recuerda, en la negritud de la noche. Paramos a cobrar aliento cada pocos pasos. El agua se ha helado en la botella y amanece que no es poco. La montaña se empina considerablemente y cuesta mucho ascender por estas laderas de escorias, cenizas y materiales que se caen. Por fin el sol calienta un poquito. Ya vemos la cima, veo a mis compañeros Adolfo y Franqui alcanzar la arista somital. Al poco estamos abrazados en la cima… ¡que cielo más azul!.
© Faustino Rodríguez Quintanilla, texto y fotos.
Pico de Orizaba (México), noviembre 2015.
Jerez, abril 2016.
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