Hace unas horas acabo de regresar del Rif, esas montañas unidas a mi vida y a nuestra historia. Pasaba por la aldea de Talanfrouk, de la pequeña mezquita zawiya rural un paisano salió a ofrecernos té. ¡Qué lejos de ese islamismo envenenado, qué lejos de lo que piensan muchos sobre lo que pasa en estas tierras!, pensé.
En los alrededores del Djebel Ghat, en el histórico paso de Tizi N´Tirrist, se encuentran grabados en la roca numerosos dibujos y símbolos.
Estas luces cercanas al solsticio de invierno son ideales para salir a caminar por las montañas.
En 1986, uno era, como escribiera Gabriel García Márquez, “feliz e indocumentado”.
Acabábamos de bajar del Djebel Ghat, una montaña de 3.800 metros, blanca de la nieve de primavera y bajo un cielo azul atlante.