Pocos lugares en la Tierra son tan impresionantes y desolados como los desiertos y salares de Atacama.
En Ramena casi nunca pasa nada. Un villorrio de pescadores con apenas cuatro casas situado al norte de Madagascar.
No para de llover, llevamos así muchos días. Alcanzamos un alto por encima de los 3.800 metros. Hemos dejado atrás las selvas y entramos en el páramo andino.
Ramena apenas tiene una calle de tierra flanqueada a ambos lados por dos hileras de casuchos, un hotelillo para trotamundos y varios chamizos al lado de la playa en donde sirven cervezas frías y pescado a la brasa.